Cuando comencé a estudiar y a
practicar la doma racional, allá por el año 1998, lo hice para intentar corregir
el inmenso daño que le había hecho un impaciente “chalán” (enfrenador) a mi querido potro
“Naranjo”, cuando regresé a la hacienda de mi padre, después de estudiar
medicina, me encontré con un monstruo inmanejable, un animal traumado.
Gracias
a Dios, durante mi época universitaria fuera del país, había escuchado sobre la
doma racional y me involucré y estudié todo lo que pude hasta que sané a mi
querido caballo. Con el paso del tiempo y tras cientos de caballos domados, comprendí
que la doma racional no solo me era útil para amansar un caballo o quitarle sus
traumas, sino también para "enfrenarlo".
Todo lo aprendido me lleva ahora a
asegurar, que es útil desde todo punto de vista; con la doma racional no solo
consigo un caballo manso, equilibrado, seguro y voluntarioso y que es además
suave de boca y bien enfrenado, sino que lo consigo en menos tiempo y a una fracción
del costo; porque mantener un caballo es caro y es caro también enfrenarlo, eso,
cuando se tiene la fortuna de conseguir a alguien que lo haga bien. Todo se
basa en el principio de que, si hace las cosas a gusto, las hace mejor, hablo
del caballo, claro. Ustedes mismos ¿Cuándo hacen mejor las cosas, bajo amenaza
y coerción, o con la promesa de un premio o experiencia gratificante? ¿En quién
confían más, en un jefe que impone ideas o en un líder que los guía y les
muestra el camino?
La doma racional saca de la
ecuación todo rastro de violencia y basa sus logros en el liderazgo, la
comunicación y la confianza, no hay jalones ni “pencazos”; se le “pide” y
acaricia. Me permite además trabajar con un caballo desde muy temprana edad, lo
voy preparando progresivamente para todo lo que ya sé que voy a tener que hacer
más adelante, hablo desde prepararlo para cuando le toque ser casqueado, hasta
enseñarle a entregarme la cabeza cuando y donde se la pida o a cejar a una
señal mía (recalco la palabra “señal”). La doma racional no quiebra el espíritu
del caballo, todo lo contrario, lo vigoriza, le da seguridad y eso se notará en
su desempeño.
Una de las cosas más importantes
que se le puede enseñar al caballo es a quedarse quieto, quieto para poder ponerle
la silla, quieto para montarlo, quieto para poder recortarle los cascos, quieto
para exhibirlo en el premio al mérito zootécnico, quieto para que no se caiga a
una acequia que tiene al costado en una cabalgata… simplemente quieto, para lo
que yo necesite. En la manada el caballo aprendió a quedarse quieto cuando el
“alfa” así se lo indicó, sin cuestionarlo, el primero que se movió para
curiosear porqué le estaban “diciendo” que no se mueva, delató su ubicación y
fue presa del depredador que lo andaba cazando, así de sencillo; no te muevas
significa: “No te muevas”; “Las órdenes se siguen sin dudas ni murmuraciones”
diría un militar. Por eso es tan importante hacerse de una posición de
liderazgo, para que sigan nuestras indicaciones, sin objetarlas o cuestionarlas,
el caballo no tiene lógica, no necesita haber lógica en lo que le pido,
simplemente obedecerá y lo hará confiado además, claro, siempre y cuando yo sea
un buen líder y sea merecedor de esa confianza; ese debe ser nuestro
compromiso, como buen líder, me corresponde velar por el bienestar de los que
están bajo mi protección, cuidarlos y respetarlos.
Una vez ganado el liderazgo y su
confianza, el caballo comenzará a seguir indicaciones, se le podrá enseñar muy
fácilmente a cejar, o a no cargarse al freno, a entregar la cabeza, a que no le
moleste la guarnición, a hacer una cesión a la pierna, a seguirme, a cruzar un
vado… etc., y todo, a una indicación mía, no será necesario jalonearlo o
exigirle, lo hará gustoso.
No es raro que me llamen y me
digan: “Necesito que me veas este caballo, no se deja casquear”, yo voy, le
muestro que no lo voy a lastimar, le enseño lo que quiero hacer y luego de que
vea que puede confiar en mí, se queda quieto y se deja casquear. O las veces
que me dicen, “Este caballo está duro de boca, se carga al freno”, yo voy,
reviso que no haya nada infringiendo dolor, y le enseño, pie a tierra, a
entregarme la cabeza con una señal (nuevamente recalco la palabra “señal”) y
luego de asegurarme que lo hace bien, le pongo el bocado correcto y ya montado
le doy la señal para que me entregue la cabeza o la deje donde yo necesito que
la ponga; él me la entrega, yo no tengo que jalarlo. Desaparecen los tirones,
desaparece el dolor y el caballo trabaja bien. Solo es cuestión de saber “pedirle”
las cosas, me ahorrará mucho tiempo ya que no tengo que pelearme con él cada
vez que me toque trabajarlo, además ahorraré mucho dinero ya que conseguiré mis
objetivos en una fracción del tiempo; o si antes podía trabajar a 10 caballos
en seis meses, ahora tendré más tiempo disponible y podré enfrenar a 5 caballos
más en el mismo período. No solo eso, sino que el trabajo final será mejor, mis
caballos serán tranquilos, seguros, confiables, bien enfrenados, voluntariosos
y con el espíritu intacto porque nunca tuve que quebrarlos, a la hora de
exhibirlos brillarán más que nunca. Pero no soy yo el inventor de la doma
natural, aunque sus orígenes aún se discuten, la doma natural fue inventada,
descubierta, hace mucho, yo solo he aprendido a usarla, lo puede hacer cualquiera,
los invito a descubrirla, quedarán encantados.
Casi al principio de estas
líneas, mencioné que una de las primeras cosas que yo le enseñaba al caballo
era a quedarse parado, es cierto, y para ver su importancia práctica en los
criaderos, les voy a poner un ejemplo de su utilidad:
En los concursos se exhiben
siempre los caballos jóvenes al cabestro y veo, en muchísimos casos, que va el
jalador por dentro y el potrillo, o la potranca, caminando en línea recta y con
la cabeza también hacia adentro, lo cual es obvio, lo están jalando con el
cabestro. Los saco de esa imagen por un segundo y les pregunto ¿Alguna vez han
visto, por ejemplo, a Usaín Bolt (recordman olímpico y mundial en los 100 y 200 m planos), correr los cien metros planos? ¿Lo hace con
la cabeza y mirada hacia adelante o lo hace medio de costado y/o con la cabeza hacia los lados? O
nosotros mismos ¿Caminamos con la cabeza mirando hacia alguno de nuestros
hombros, o con la vista al frente? ¿Cómo creen que nos iría, cuál sería nuestro desempeño? Seguramente todos dirán que, obviamente, tenemos que ir mirando al
frente. ¿Por qué le pedimos entonces al caballo que haga lo que no resulta ni
siquiera lógico? ¿No creen que lo haría mejor si lo hiciera con la cabeza al
frente, con la columna vertebral alineada? Les aseguro que se meterá mejor
debajo de la masa, lucirá más, su desempeño mejorará enormemente. Aquí es donde
entra uno de los principios de la doma racional, que el caballo me siga
voluntariamente, cuando yo se lo pida. Entonces, una vez que aprendió a
quedarse parado, yo le digo a qué distancia quedarse quieto, cuando lo tenga a
la distancia que lo quiero, me pongo a caminar, el caballo me seguirá, a esa
distancia, en línea recta, con la columna recta, alineada; caminará, ahora sí,
de manera natural, cómodo; entonces podrá exhibir todas sus cualidades, todo su
potencial y en las mejores condiciones.
Otro ejemplo, y ya el último para
no aburrirlos. El trabajo de boca, seguramente uno de los más importantes y delicados
de realizar. Bueno, les cuento, la doma racional los puede ayudar a simplificar
ese trabajo enormemente. Otra vez, la razón es muy sencilla, no hay violencia
alguna en ninguna parte del proceso, y no me refiero necesariamente a golpes,
hablo de cualquier tipo de violencia o causa de dolor; por lo tanto, el caballo
trabajará a gusto y aprenderá rápido. Lo que hago es comunicarme con el
caballo, no lo jaloneo, le “pido” que cuando yo le dé una indicación, él haga
tal o cual cosa. Así de sencillo. Es “decirle”, “Mira querido amigo, cuando yo
haga esto con la rienda, tú debes hacer esto otro”. Eso lo consigo en 10
minutos como máximo, la clase (como en el colegio) donde le enseño eso, es muy
rápida, ya solo quedará un poco de tarea durante las siguientes 2 o 3 semanas, dos
o tres veces por semana; al cabo de un mes, el caballo debería estar
increíblemente suave de boca, así subrayado. Lo fantástico de esto, es que
se lo puedo enseñar muy muy temprano en su vida, yo lo hago antes de que cumpla
los dos años, obviamente todo este trabajo es pie a tierra, ya después,
cumplidos los tres añitos, puedo repasar todo sobre el caballo y terminar el
trabajo de enfrenadura en un par de meses más, es decir, que cuando normalmente
se estaría comenzando el trabajo de enfrenadura tradicional, la doma racional y su
filosofía, podrían permitirnos estar casi terminándolo, ahorrando así mucho
tiempo y dinero.
Debo resaltar que todo lo expuesto en este artículo es válido para todas las razas de caballos, no únicamente para el caballo peruano de paso.
Debo resaltar que todo lo expuesto en este artículo es válido para todas las razas de caballos, no únicamente para el caballo peruano de paso.
Ya para despedirme, los invito a
darle a la doma racional, por lo menos, el beneficio de la duda, experimenten
con ella, estoy seguro que quedarán, al igual que yo, maravillados con los
resultados.
Un fuerte abrazo
Rafael O’Phelan