lunes, 8 de diciembre de 2014

Los Juegos Pirotécnicos en la Mente de un Caballo




Hace algunos años, un 25 de diciembre, temprano por la mañana, recibí una llamada que perturbó enormemente esa Navidad. Era un querido amigo mío, que con la voz entrecortada, me solicitaba ayuda, dos de sus caballos yacían al lado de la carretera, gravemente heridos. ¿Qué había ocurrido…? Poco después supe en detalle la triste historia.

Cuando llegué donde me indicaron, vi a los dos nobles potros en una escena sacada de una película dramática, los pobres animalitos estaban todos maltrechos, heridos de muerte, agonizando. Habían sido atropellados por un bus. No pudimos hacer nada más que sacrificarlos humanamente y sacarlos de su sufrimiento lo antes posible.

La noche anterior, un grupo de familiares se había reunido para celebrar la Noche Buena. Pasadas las 12 y luego de los abrazos, tal y como acostumbran muchas personas, se juntaron fuera de casa para prender los fuegos artificiales que habían comprado para la ocasión. Seguramente fue espectacular, hermosas luces de todos los colores y formas en el cielo, iluminando la noche. Pero sus caballos percibieron todo de una manera distinta, entraron en pánico y, rompiendo todo cuanto los ataba, huyeron. Salieron corriendo desbocados por el miedo, “tratando de salvar sus vidas”. Lamentablemente en su huida, cruzaron una carretera, con tal mala suerte que fueron atropellados por un bus interprovincial que pasaba por ahí justo en ese preciso momento.

Nunca me había percatado, hasta ese momento, de cuan perturbador era el tema de los juegos pirotécnicos para la vida de los animales. Mientras nosotros los humanos celebramos, hay otros seres vivos que no entienden que ocurre, no tienen la capacidad de comprender esas cosas, sus cerebros son mucho más básicos.

En este caso, me voy a enfocar en los caballos, ya que son los animales que conozco profundamente; aunque estoy seguro que algo muy parecido ocurre en la mente de muchos asustados animalitos.

Como ya he explicado en algunos artículos anteriores, el caballo es un animal que ha sido visto como presa (alimento) de muchos depredadores durante los 55 millones de años que tiene sobre la faz de la tierra. Comenzó siendo un animal muy pequeñito (20 cm) en tierra de gigantes, comprendió muy rápidamente que, como herbívoro, no tenía grandes “armas de defensa” y que la mejor manera de proteger su vida era huyendo del peligro.

-¿Pero, qué era peligroso y que no?

Quién se quedó a evaluarlo, intentando responder esa pregunta, se convirtió en “cena” del depredador de turno. Esto quiere decir, que el gen que se transmitió a la siguiente generación fue el gen que “indicaba la orden” de huir ante el peligro, o mejor dicho, todo lo que pudiera ser, o parecer, peligroso. A ojos del caballo, todo lo que no conoce es potencialmente mortal y él tiene en la cabeza solo dos cosas, comer y no ser comido. Así de básico es el cerebro de un caballo.

En algunas zonas del Perú llueve mucho, ¿Y qué acompaña siempre a la lluvia? Pues, truenos. He visto a muchas personas temer a los truenos; a pesar que entienden perfectamente lo que son y que no hay forma en que puedan ser dañados por ese ruido. Conozco gente que tiene fobias, no solamente fobia a una serpiente o araña venenosa, potencialmente mortales, sino también gente que le tiene fobia a un gato o a los espacios abiertos (y un sinfín de cosas, que a la vista de muchos pueden parecer risibles) El cerebro sigue siendo un complejo laberinto de cosas que no hemos logrado entender todavía, y si eso nos pasa a los humanos, los seres vivos más inteligentes del planeta, imagínense lo que puede ocurrir dentro del cerebro de los animales “inferiores”.

Con todo esto no quiero, sino decirles, que nos pongamos a meditar por un momento en lo que puede “pensar” un caballo cuando oye y ve fuegos artificiales:… Seguramente, PÁNICO.

Para tratar de entenderlos mejor, Imaginémonos la siguiente situación:

Estamos haciendo un viaje con toda la familia a Ayacucho, estamos en el año 1988 (en plena época del terrorismo en el Perú, miedo, inseguridad y muerte por doquier), de pronto, en medio de la noche, oímos un fuerte ruido y el carro se comienza a mover sin control de un lado para el otro. Felizmente, gracias a la pericia del piloto, logramos detenernos sin más percances. Nos damos cuenta que todo fue producto de una pinchadura de llanta. Papá se baja del carro para cambiar el neumático, al bajar nota que el carro se detuvo justo frente a un viejo y lúgubre cementerio, algo derruido, con cruces sobre el piso y lápidas por todos lados.
De pronto, sentimos un escalofrío que recorre nuestra espalda de arriba a abajo, es solo el gélido viento que trae consigo un fuerte y lastimero ruido, pero igual se nos crispan todos los pelos de la nuca.
Las sombras no dejan de moverse, los chicos dentro del carro comienzan a gritar:

-¡Apúrate papá, tengo miedooo!.

Nos apuramos en sacar el repuesto, en ese momento sentimos que nos tocan levemente la espalda, uuuuuuuuy.

Nos giramos violentamente, solo para percatarnos que todo es solo producto de nuestra imaginación, la situación ha comenzado a afectarnos.

Justo cuando logramos ajustar el último perno de la llanta, oímos unos perros no muy lejos de ahí, ladrando y aullando; nuevamente se nos eriza el pelo de la nuca, no podemos evitar mirar al cementerio con algo de desconfianza.

Nos metemos en el carro, apurados y con el aliento contenido. Justo al momento de encender el vehículo, oímos un intenso ruido mientras una penetrante luz ilumina todo a nuestro alrededor. No podemos ver bien, la luz nos ciega, parece que viene de arriba.

-Oh Dios mío, lo que siempre temí, ¡Terroristas! ¿Ahora qué hacemos? ¿Por dónde huimos? ¿Nos van a matar?. 

Los chicos gritan con pavor.

- Aaaaah, ¡Papá!

-¡Cristo, ayúdame, no dejes que nos maten; Dios mío, mis hijos!…

Pasan unos largos y angustiosos segundos y nos damos cuenta que todo no es más que un volquete que ha descargado unas piedras para una obra que debe comenzar a primera hora de la mañana, el conductor ha prendido sus luces (justo directamente frente a nosotros) porque escuchó unos ruidos.

Somos seres inteligentes, pero igual, en algunas ocasiones nuestro instinto de supervivencia cobra protagonismo y se apodera de nuestro cerebro, la lógica pasa a un segundo plano, no hay tiempo para pensar, solo actuar…

Los caballos viven en ese estado permanentemente, temiendo a todo y a todos. Todo lo que no conocen es un depredador (Un terrorista que nos quiere secuestrar o asesinar), solo se sienten seguros dentro de su manada y bajo el mando de un confiable líder que vela por ellos permanentemente; todo lo demás se los quiere comer. ¿Se imaginan vivir en ese estado? Por eso son tan asustadizos.

Además debemos considerar que los caballos (y muchos otros animales) tienen el sentido de la vista y del oído sumamente desarrollados, los necesitan así de agudos para ver y oír a sus depredadores lo antes posible y ganar tiempo para poder huir. Los fuegos artificiales no solo los aterrorizan, sino que además lastiman sus agudos sentidos (incrementando el intenso miedo que ya los invade)

En resumen, los juegos pirotécnicos, por hermosos que sean (yo también creo que lo son) no solo son un peligro latente para nosotros mismos, sino que perturban a los animales en formas en que no siempre somos conscientes. Entiendo que a muchos no les importará u olvidarán lo que menciono y seguirán usando fuegos artificiales, pero por algún lado hay que comenzar. Espero que por lo menos uno de ustedes lo piense dos veces la próxima vez que considere comprar algún juego pirotécnico, si consigo eso, estaré más que feliz. Es un gran cambio el que ambiciono, lo sé, pero estoy seguro que paso a paso es posible, comencemos a producirlo nosotros, los que vemos a nuestros queridos animales como parte de nuestra familia, los que queremos a nuestros amigos animales, en algún momento contagiaremos a alguien y seremos cada vez más los que no usemos fuegos artificiales.

-¡Si se puede, si se puede, si se puede!

Un gran abrazo y hasta la próxima. 



Dr. Rafael O'Phelan


martes, 21 de enero de 2014

La Doma Racional



La Doma Racional

La domesticación del caballo se remonta, más o menos, al año 4,000 a.c., para ello el ser humano usó distintas técnicas, todas ellas desarrolladas bajo la premisa de que el caballo es un animal grande y fuerte que podría lastimarnos fácilmente si no es manejado “correctamente”, precisamente por eso es que el hombre comienza a usar herramientas y artilugios que balancearan la ventaja física que tiene el noble cuadrúpedo sobre nosotros, o lo que es lo mismo, empezó a usar la fuerza sobre el caballo para ganarle la batalla en ese sentido; resulta obvio que se llegó a usar la violencia para “hacerle entender” al animal qué es lo que queríamos de él, tanta violencia llega finalmente a “enseñarle” al caballo que: es mejor hacer lo que le pedimos o de otro modo sufrirá las consecuencias. Es tan cierto lo que digo, que se usan todavía términos tales como: quebrar, romper, someter y un largo y lamentable etcétera.

Que equivocado ha estado el hombre durante tanto tiempo, nosotros que nos llamamos inteligentes hemos usado la fuerza y la violencia para “domar” al caballo, cuando la violencia solo engendra violencia. Hemos visto al caballo de una manera totalmente equivocada, sin reparar en su naturaleza ni en sus verdaderas necesidades y digo verdaderas necesidades porque cuando hemos pensado en él lo hemos hecho desde nuestro punto de vista, sin considerar qué es lo que realmente necesita él y qué lo hace feliz; seguimos creyendo, arrogantemente, qué lo que nosotros pensamos es lo correcto, seguimos construyéndole "habitaciones" claustrofóbicas a un animal que ha vivido siempre en manada y libre, correteando en estepas, llanuras y bosques, lo hemos encerrado en boxes aislándolo de sus congéneres, cuando lo que él necesita es estar rodeado de ellos, les ponemos mantas y abrigos para protegerlos del frío, cuando ellos mismos son perfectamente capaces de desarrollar un pelo tupido y manejar su temperatura con un maravilloso sistema termo regulador, les ponemos herraduras pensando que protegemos sus cascos, cuando la evolución formó esos cascos para proteger la importante estructura que trabaja dentro de ellos. Menciono todo esto solo como una muy pequeña muestra de cuan equivocados estamos, los invito a ver al caballo como lo que es, un hermoso y noble animal sociable que tiene la necesidad de vivir como la madre naturaleza pretende que viva, en manada, en espacios amplios y  libres. Pero no me quiero alejar mucho de lo que me motiva a escribir este artículo, la doma natural. Para entender la doma natural es importante conocer un poco de la verdadera naturaleza del caballo, sus orígenes, su manera de pensar, su manera de reaccionar y su manera de relacionarse.


El caballo aparece en la faz de la tierra hace muchísimos años, millones de años, y durante todo ese tiempo el caballo ha sido presa de innumerables depredadores, incluyendo al hombre; para poder sobrevivir tuvo que evolucionar y adaptarse. En esa adaptación es que el caballo aprendió a vivir en manada, en la manada encontró seguridad y compañía, es por tanto un animal sociable y “organizado”, organizado en el sentido que tienen un orden jerárquico, hay un guía y un protector, hay un alfa, un beta, un gamma… y finalmente un omega, cada uno tiene una posición en la manada. La guía es la yegua más vieja, la que tiene más experiencia y sabiduría, la que indica la dirección más segura para huir, la que señala el camino correcto para llegar al agua y al pasto; también está el líder protector, un potro joven y fuerte, el que indica cuando huir, el que va al final cerrando filas asegurándose que todos estén en la manada, el que pone orden y protege. Además, para poder comunicarse, el caballo desarrolló un lenguaje propio, pero como se trata de un animal presa, su lenguaje es un lenguaje físico, gestual, casi mudo. Si su “idioma” fuese vocal, sonoro, ruidoso; estos sonidos lo delatarían ante posibles depredadores y serían presas fáciles. De hecho el caballo emite sonidos solo en determinadas situaciones, por ejemplo: un relincho característico para saludar a sus congéneres o una especie de “chirrido” quejumbroso cuando quiere alejar a otro caballo de su lado. Por lo demás, la comunicación es física, gestual, lo más conocido es seguramente la posición en que pone las orejas, pero también usa los belfos, los ojos, la cabeza misma, las patas, el cuello, el lomo, la posición y ángulo que adopta, es decir, básicamente “habla” con el cuerpo, la forma en que mueve cada parte de su anatomía tiene un significado según cada situación.

El caballo también aprendió a seguir las indicaciones de sus líderes, sin cuestionarlas ni por un segundo, el caballo que no huía cuando recibía la indicación de hacerlo y se quedó quieto para ver porqué el líder le “dijo” ¡Corre! se convirtió en alimento del depredador de turno y no transmitió esos genes, sino que lo hicieron aquellos que funcionaban en bien de la manada y según sus “reglas”.

En todo esto que acabo de describir se basa la doma racional, en saber interpretar la naturaleza y el lenguaje del caballo, es saber decirle, en su idioma, que no le voy a hacer daño, que soy su amigo, es ganarse, sin violencia, la posición del líder de la manada, así querrá estar a mi lado voluntariamente, seguirá mis indicaciones sin cuestionarlas y se sentirá seguro conmigo. Un animal que ha vivido toda su vida huyendo encuentra muy gratificante el hecho de sentir seguridad, nada mejor que vivir tranquilo.

El caballo tiene solo dos objetivos en la vida: comer y no ser comido. Muchos domadores “premian” al caballo con comida, sin comprender que ellos no lo sienten como premio, durante millones de años solo han tenido que bajar la cabeza para poder comer. Estamos acostumbrados a tener como mascotas a perros y gatos y los queremos tratar igual, pero la naturaleza de un caballo es distinta, a diferencia de un perro o un gato, o lo que es lo mismo, un lobo o un león, son depredadores por excelencia, para ellos la comida sí es un premio, un lobo o un león tiene que buscar su comida, atraparla, matarla, cuidarla para que no se la arrebaten… incluso pelear por ella…y finalmente, cuando se la come, siente cada bocado como un premio a su esfuerzo. Pero como ya dije, son naturalezas totalmente distintas. Los seres humanos han “domesticado” al caballo hace varios miles de años (sometido diría yo), les hemos “hablado” en nuestro idioma, esperando sin éxito que nos entiendan, pero pongámonos a pensar, ¿No es más fácil entender que si nosotros somos más inteligentes, somos nosotros los que deberíamos intentar entenderlos a ellos?

Felizmente, hace algunas décadas, personas con una sensibilidad especial, “descubrieron” el lenguaje del caballo y entendieron mejor su naturaleza, gracias al avance de la tecnología y a la globalización, estos conocimientos, poco a poco, están derrumbado fronteras y están llegando a todos los rincones del mundo, lastimosamente en el Perú no se sabe casi nada de esto (muchos incrédulos me tildan de “loco” por practicar esta doma)

Con la doma racional consigo que el caballo me vea como su líder y amigo, como una zona de seguridad; si le indico que no hay peligro, él estará tranquilo, si le enseño que no es peligroso, confiará en mí. Esto trae como resultado que mi amigo el caballo haga lo que le pido con la mejor disposición y tranquilidad, lo cual me garantiza mejores  resultados y mayor seguridad para ambos. Pero como todo, el aprendizaje debe ser gradual, nadie espera que un niño entre a primer grado y le enseñen inmediatamente a sacar raíces cuadradas, logaritmos, cosenos o tangentes, entendemos fácilmente que tiene que aprender primero los números, uno a uno, poco a poco. Igual el caballo, puede aprender mucho, pero hay que tener paciencia y enseñarles gradualmente.

En este artículo no pretendo enseñarte doma racional, solo quiero hacer de tu conocimiento, que existe una doma alternativa a la doma clásica, ésta doma clásica en la que se doblega la voluntad del caballo, incluso se violenta la propia dignidad del noble animal y se le somete violentamente a la necesidad del domador. Lo que te estoy diciendo es que creo que hay un tipo de doma mejor, una en la que ganarás un amigo de por vida y que te sorprenderá con todo lo que puede darte y enseñarte. Tú mismo, ¿No haces acaso mejor tu trabajo si te gusta lo que haces y disfrutas haciéndolo? ¿Quién consigue mejores resultados, el jefe que lidera con el ejemplo, aquel que te valora y considera, o aquel jefe que te maltrata e impone, un jefe abusivo y arrogante?

La doma racional ha sido llamada también: doma inteligente, doma natural o doma sin violencia. Estoy completamente seguro que conseguirás más y mejores cosas (en una fracción del tiempo) si optas por ver al caballo como lo que es, un caballo, un noble animal, piensa en él en esos términos, no lo humanices, las necesidades humanas son diferentes, debido a su naturaleza sus requerimientos son distintos y su manera de ver el mundo es también distinta. Cuando crees que el caballo no está aprendiendo algo no lo culpes a él, analiza que está haciendo mal el que intenta enseñarle ese algo. ¿Quieres comprender a tu caballo? intenta pensar como él.

Por último quiero decirte que, aún si no sabes nada de doma racional, pero tratas con amor a tu noble amigo, poco a poco irás ganando su confianza, ten paciencia y verás los grandes resultados, trabaja siempre al ritmo que él te imponga, no a tu ritmo, no lo apures, te digo que si vas a enseñarle algo a tu caballo y pretendes conseguirlo en 15 minutos, lo más probable es que te tome todo el día, proponte hacerlo en todo el día y lo más probable es que lo consigas en 15 minutos. Las indicaciones a tu caballo tienen que ser siempre: precisas, claras y justas. Ten siempre en cuenta que su aprendizaje es progresivo. Diviértete con él y él se divertirá contigo.



“QUIEN CREE SABERLO TODO, NO TIENE ESPACIO PARA APRENDER”




                                                                              Dr. Rafael O’Phelan