jueves, 2 de mayo de 2019

EL CABALLO PERUANO DE PASO Y LA DOMA RACIONAL

Cuando comencé a estudiar y a practicar la doma racional, allá por el año 1998, lo hice para intentar corregir el inmenso daño que le había hecho un impaciente “chalán” (enfrenador) a mi querido potro “Naranjo”, cuando regresé a la hacienda de mi padre, después de estudiar medicina, me encontré con un monstruo inmanejable, un animal traumado.

Gracias a Dios, durante mi época universitaria fuera del país, había escuchado sobre la doma racional y me involucré y estudié todo lo que pude hasta que sané a mi querido caballo. Con el paso del tiempo y tras cientos de caballos domados, comprendí que la doma racional no solo me era útil para amansar un caballo o quitarle sus traumas, sino también para "enfrenarlo". 

Todo lo aprendido me lleva ahora a asegurar, que es útil desde todo punto de vista; con la doma racional no solo consigo un caballo manso, equilibrado, seguro y voluntarioso y que es además suave de boca y bien enfrenado, sino que lo consigo en menos tiempo y a una fracción del costo; porque mantener un caballo es caro y es caro también enfrenarlo, eso, cuando se tiene la fortuna de conseguir a alguien que lo haga bien. Todo se basa en el principio de que, si hace las cosas a gusto, las hace mejor, hablo del caballo, claro. Ustedes mismos ¿Cuándo hacen mejor las cosas, bajo amenaza y coerción, o con la promesa de un premio o experiencia gratificante? ¿En quién confían más, en un jefe que impone ideas o en un líder que los guía y les muestra el camino?

La doma racional saca de la ecuación todo rastro de violencia y basa sus logros en el liderazgo, la comunicación y la confianza, no hay jalones ni “pencazos”; se le “pide” y acaricia. Me permite además trabajar con un caballo desde muy temprana edad, lo voy preparando progresivamente para todo lo que ya sé que voy a tener que hacer más adelante, hablo desde prepararlo para cuando le toque ser casqueado, hasta enseñarle a entregarme la cabeza cuando y donde se la pida o a cejar a una señal mía (recalco la palabra “señal”). La doma racional no quiebra el espíritu del caballo, todo lo contrario, lo vigoriza, le da seguridad y eso se notará en su desempeño.

Una de las cosas más importantes que se le puede enseñar al caballo es a quedarse quieto, quieto para poder ponerle la silla, quieto para montarlo, quieto para poder recortarle los cascos, quieto para exhibirlo en el premio al mérito zootécnico, quieto para que no se caiga a una acequia que tiene al costado en una cabalgata… simplemente quieto, para lo que yo necesite. En la manada el caballo aprendió a quedarse quieto cuando el “alfa” así se lo indicó, sin cuestionarlo, el primero que se movió para curiosear porqué le estaban “diciendo” que no se mueva, delató su ubicación y fue presa del depredador que lo andaba cazando, así de sencillo; no te muevas significa: “No te muevas”; “Las órdenes se siguen sin dudas ni murmuraciones” diría un militar. Por eso es tan importante hacerse de una posición de liderazgo, para que sigan nuestras indicaciones, sin objetarlas o cuestionarlas, el caballo no tiene lógica, no necesita haber lógica en lo que le pido, simplemente obedecerá y lo hará confiado además, claro, siempre y cuando yo sea un buen líder y sea merecedor de esa confianza; ese debe ser nuestro compromiso, como buen líder, me corresponde velar por el bienestar de los que están bajo mi protección, cuidarlos y respetarlos.

Una vez ganado el liderazgo y su confianza, el caballo comenzará a seguir indicaciones, se le podrá enseñar muy fácilmente a cejar, o a no cargarse al freno, a entregar la cabeza, a que no le moleste la guarnición, a hacer una cesión a la pierna, a seguirme, a cruzar un vado… etc., y todo, a una indicación mía, no será necesario jalonearlo o exigirle, lo hará gustoso.

No es raro que me llamen y me digan: “Necesito que me veas este caballo, no se deja casquear”, yo voy, le muestro que no lo voy a lastimar, le enseño lo que quiero hacer y luego de que vea que puede confiar en mí, se queda quieto y se deja casquear. O las veces que me dicen, “Este caballo está duro de boca, se carga al freno”, yo voy, reviso que no haya nada infringiendo dolor, y le enseño, pie a tierra, a entregarme la cabeza con una señal (nuevamente recalco la palabra “señal”) y luego de asegurarme que lo hace bien, le pongo el bocado correcto y ya montado le doy la señal para que me entregue la cabeza o la deje donde yo necesito que la ponga; él me la entrega, yo no tengo que jalarlo. Desaparecen los tirones, desaparece el dolor y el caballo trabaja bien. Solo es cuestión de saber “pedirle” las cosas, me ahorrará mucho tiempo ya que no tengo que pelearme con él cada vez que me toque trabajarlo, además ahorraré mucho dinero ya que conseguiré mis objetivos en una fracción del tiempo; o si antes podía trabajar a 10 caballos en seis meses, ahora tendré más tiempo disponible y podré enfrenar a 5 caballos más en el mismo período. No solo eso, sino que el trabajo final será mejor, mis caballos serán tranquilos, seguros, confiables, bien enfrenados, voluntariosos y con el espíritu intacto porque nunca tuve que quebrarlos, a la hora de exhibirlos brillarán más que nunca. Pero no soy yo el inventor de la doma natural, aunque sus orígenes aún se discuten, la doma natural fue inventada, descubierta, hace mucho, yo solo he aprendido a usarla, lo puede hacer cualquiera, los invito a descubrirla, quedarán encantados.

Casi al principio de estas líneas, mencioné que una de las primeras cosas que yo le enseñaba al caballo era a quedarse parado, es cierto, y para ver su importancia práctica en los criaderos, les voy a poner un ejemplo de su utilidad:
En los concursos se exhiben siempre los caballos jóvenes al cabestro y veo, en muchísimos casos, que va el jalador por dentro y el potrillo, o la potranca, caminando en línea recta y con la cabeza también hacia adentro, lo cual es obvio, lo están jalando con el cabestro. Los saco de esa imagen por un segundo y les pregunto ¿Alguna vez han visto, por ejemplo, a Usaín Bolt (recordman olímpico y mundial en los 100 y 200 m planos), correr los cien metros planos? ¿Lo hace con la cabeza y mirada hacia adelante o lo hace medio de costado y/o con la cabeza hacia los lados? O nosotros mismos ¿Caminamos con la cabeza mirando hacia alguno de nuestros hombros, o con la vista al frente? ¿Cómo creen que nos iría, cuál sería nuestro desempeño? Seguramente todos dirán que, obviamente, tenemos que ir mirando al frente. ¿Por qué le pedimos entonces al caballo que haga lo que no resulta ni siquiera lógico? ¿No creen que lo haría mejor si lo hiciera con la cabeza al frente, con la columna vertebral alineada? Les aseguro que se meterá mejor debajo de la masa, lucirá más, su desempeño mejorará enormemente. Aquí es donde entra uno de los principios de la doma racional, que el caballo me siga voluntariamente, cuando yo se lo pida. Entonces, una vez que aprendió a quedarse parado, yo le digo a qué distancia quedarse quieto, cuando lo tenga a la distancia que lo quiero, me pongo a caminar, el caballo me seguirá, a esa distancia, en línea recta, con la columna recta, alineada; caminará, ahora sí, de manera natural, cómodo; entonces podrá exhibir todas sus cualidades, todo su potencial y en las mejores condiciones.

Otro ejemplo, y ya el último para no aburrirlos. El trabajo de boca, seguramente uno de los más importantes y delicados de realizar. Bueno, les cuento, la doma racional los puede ayudar a simplificar ese trabajo enormemente. Otra vez, la razón es muy sencilla, no hay violencia alguna en ninguna parte del proceso, y no me refiero necesariamente a golpes, hablo de cualquier tipo de violencia o causa de dolor; por lo tanto, el caballo trabajará a gusto y aprenderá rápido. Lo que hago es comunicarme con el caballo, no lo jaloneo, le “pido” que cuando yo le dé una indicación, él haga tal o cual cosa. Así de sencillo. Es “decirle”, “Mira querido amigo, cuando yo haga esto con la rienda, tú debes hacer esto otro”. Eso lo consigo en 10 minutos como máximo, la clase (como en el colegio) donde le enseño eso, es muy rápida, ya solo quedará un poco de tarea durante las siguientes 2 o 3 semanas, dos o tres veces por semana; al cabo de un mes, el caballo debería estar increíblemente suave de boca, así subrayado. Lo fantástico de esto, es que se lo puedo enseñar muy muy temprano en su vida, yo lo hago antes de que cumpla los dos años, obviamente todo este trabajo es pie a tierra, ya después, cumplidos los tres añitos, puedo repasar todo sobre el caballo y terminar el trabajo de enfrenadura en un par de meses más, es decir, que cuando normalmente se estaría comenzando el trabajo de enfrenadura tradicional, la doma racional y su filosofía, podrían permitirnos estar casi terminándolo, ahorrando así mucho tiempo y dinero.

Debo resaltar que todo lo expuesto en este artículo es válido para todas las razas de caballos, no únicamente para el caballo peruano de paso.

Ya para despedirme, los invito a darle a la doma racional, por lo menos, el beneficio de la duda, experimenten con ella, estoy seguro que quedarán, al igual que yo, maravillados con los resultados.

Un fuerte abrazo



Rafael O’Phelan

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