¿Alguna vez han visto al jefe de
un restaurante sirviéndole la comida al mesero?
¿O es el mesero el que le sirve
la comida al jefe?
(Digo jefe para que la analogía se
entienda más fácilmente)
- Ustedes se cuestionarán:
- ¿A qué viene la pregunta?
Bueno, en muchas ocasiones me he
enfrascado en largas conversaciones con personas que defienden la posición de
darle de comer al caballo con la mano. Ahora se me ha ocurrido ponerles este
ejemplo para tratar de graficar mejor mi manera de ver las cosas (creo que es el modo en
que el caballo entiende estas cosas)
Yo defiendo la posición de que es
el mesero el que le sirve la comida al jefe y no al revés, ya quisiera ver cómo
reacciona el jefe cuando un empleado le pida: a voz en cuello
- “Ey Rafael, tráeme la comida”
En el caso de los caballos es
igual, el jefe come primero, el resto come después, la jerarquía de las manadas
se respeta, de eso depende la supervivencia del grupo.
- ¿Pero qué ocurre si le doy de
comer a mi caballo en la boquita?
El caballo entiende que le estoy
cediendo la posición de liderazgo, él es el jefe, él toma las decisiones. No
pretendamos entonces que cuando me suba a él, éste vea las cosas de otra
manera. Él sigue pensando que es el jefe y nosotros le pedimos que haga lo que
nosotros queremos.
- ¿¡Dónde se ha visto que el
empleado le dice al jefe que hacer!?
Es ahí donde comienzan los
problemas más serios, donde el caballo (algunos más fácilmente que otros y
algunos antes que otros) se torna “mañoso”, peligroso, territorial, agresivo, terco,
y un laaaargo etcétera.
-¿Qué ocurre inmediatamente
después?
Que comenzamos a abusar de la
boca del caballo al tirar de ella llenos de frustración, comenzamos a encajarle
las espuelas en las costillas o a “darles” con el fuete o látigo.
-¿Cuál es la consecuencia de eso?
Ni siquiera tengo que responder a
la pregunta, estoy seguro que ustedes conocen la respuesta.
- “¡Te voy a enseñar quien manda!”
Uy, eso le he escuchado muchas veces,
es más, en un principio, cuando sabía poco de caballos, lo dije yo mismo alguna
vez, pero todos tenemos derecho a equivocarnos, pero por eso Dios nos dio la
cabeza, no solo para ponernos el sombrero. Luego de estudiar, experimentar y
comprobar, ahora sé que estaba equivocado y he cambiado mi manera de ver y
hacer las cosas. Ahora sé que lo mejor es convertirme en el líder de la manada, todos los beneficios serán consecuencia natural de esa posición.
Ya para terminar, espero poder
hacerlos reflexionar sobre el tema, esto se convierte en un círculo vicioso que
se va complicando cada vez más y todo comenzó por darles de comer de la mano a
la boca. Recapacitemos, los caballos no son perritos o gatitos, su psicología e
instintos son totalmente diferentes a nuestras mascotas. Por el bien de
nuestros queridos caballos y por el bien de nosotros mismos, denle todas las
zanahorias que quieran, pero no desde la mano, pónganla en el comedero cuando
lleguen a visitarlos o después de una buena jornada de trabajo.
Gracias por tomarse el tiempo
para leer estas notas.
Un abrazo
Dr. Rafael O’Phelan